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puerta cruzada a tablas
púdrete sin esmalte que te adorne
puerta cruzada a tablas
madera hinchada y seca
arada a nudo de agujeros
hílate al trompo del espacio
y asume a secas
la edad que te anuda a mis infancias
veo lunas y trigos
tantos inviernos disueltos en la lluvia
memorias que acuden a tumbos
y atosigan
y de nuevo tú
tiempo en mi tiempo
huella incrustada en el suelo
muestra tus garras y apártate aún
a puro polvo y lluvia y sol y polvo
clausura
puertas y ventanas cerradas
nunca dejamos entrar luz
no hay ruidos ni aromas en nuestro espacio
a solas
ciegos
sordos
sin olfato
esgrimimos esfuerzo de gemido
cruzamos a patadas las paredes
y nos quedamos quietos
calculando la extensión de la ira
sintiendo el latir
de nuestros pies
ya adormecidos
queja
alargo la lengua detrás del pico
busco lamer el abdomen herido
voy arrastrando
la cola en mi fatiga
salto unos metros
y estrello
el peso de mi cuerpo contra el suelo
soy y siempre soy
un pájaro reptil
que tanto escarba un agujero
donde alojar a secas el ronquido
y dejar el riesgo plantado
eternamente
adícora
a nicasio duno
tiempo de un calor sin costumbre
tiempo de doblarse en la arena
gritar gaviotas por la boca
ningún invierno capaz de obligarnos
sólo noches de brisa y un sol
se rompe a solas
llueven los sueños:
los mayores se arriman a los muros
acomodan sus recuerdos
en chinchorros de viento
y mecen los cuerpos cálidos
sin otro pensamiento
que el de un día que termina por otro
y otro hasta la sal
hasta el mar chuparena
que viene y se va en las orillas
llevándose un niño esta noche
y devolviendo mañana
otro anciano
ciegos
asistimos a la puesta en escena
de la ceguera
cubren los ojos
llevan nuestros cuerpos a tientas
y nos hacen pagar por los asientos
el máximo precio que cobran
nuestros verdugos
pesadilla
mi mano sueña pájaros tremendos
casas de trazo infantil
caballos yertos
mi mano nunca duerme
su hora de descanso
noche
siempre se pone la careta
pretende enmascarar su locura
ni siquiera la noche polar
se resiste a llevar el disfraz
y termina por colgar el sol
en su cabeza
la noche se empeña en hacernos creer
que existe el día
daga
crecerme el dolor
raíz adentro
morir de esa daga
de ese estrépito
de tan insólito rasguño
lamento
¿quiénes me miran morir
dándome la espalda si tiemblo
tan viuda de mi misma?
día de muerte
a la memoria de mi madre, onelia chinea díaz
hay que clavar este miércoles al suelo
ha querido escapar simulado en la noche
habrá que condenarlo
por toda su miseria
a no morirse jamás
que lleve el sol a cuestas para siempre
©Rosa María Ramos Chinea