Desinvocación
Ares
Deidad coraza
Señor de los yelmos:
Hoy me presento ante tu altar purpúreo
con flores y frutos y cirios.
Vengo seca de tiempo a desinvocarte.
Bien sé que un linaje oculto en los subsuelos,
te convoca eternamente con su grito
y provoca en ti la rabia de las bestias.
Has concebido sin tregua a tus engendros
y esparcido crueldad en atroces andanzas.
Hoy yo te ruego desde mi voz más ronca:
Mírame, Escúchame.
Tu lanza ardiente fielmente empuñada
levanta su filo grueso de sangre.
Atacas, Resquebrajas.
Y las secuelas inconclusas de tus lides
te manchan la piel dorada de muertos.
Ares
Potente coloso
Aunque sé lo pequeña que soy
para la magnitud de tu odio
-rojiza mi piel de arañazos cruzados
blanco mi pelo de hilo roto-
con mi fragilidad de anciana
hoy me planto ante ti y te desinvoco:
Amo supremo de los escudos:
Ten piedad definitiva
de los hijos arrancados de sus cunas,
elevados por manos extrañas
y arrojados al mar desnudos.
Ten misericordia de los hombres y mujeres
cuyos ojos asoman temerosos a las rendijas
para ver cómo caen las bombas que fabricas
en la íntima oscuridad de tus cavernas.
Ares
Yo te busco los oídos
y con el estruendo de mi alarido te desinvoco.
Rebélate de una vez y para siempre
contra tu colérica esencia de dios-muerte.
Desvístete la atroz armadura
y encógete de hombros.
Desármate.
Ya es hora de que cortes las cabezas
fieras de tus serpientes
y transformes tus espadas en lirios,
tus combates feroces en danzas inocentes
Ha llegado el tiempo de que duermas
agotado, solo y desvalido
en el magma ignoto de tu honda caldera.
Broten aves de tu frente ya pulcra
y florezcan azucenas en tus párpados.
Seas garabato que un niño futuro
dibuje feliz sobre su alfombra.
©Rosa María Ramos Chinea
Quiete in gratia
A Carmen Marina Rodríguez Santana. In memoriam
no siempre se regresa
tú – sin embargo – vuelves a voluntad
retornas con ímpetu de águila
y traes visiones secretísimas
integradas a la piel-pluma
del pájaro que envuelves
nos sentamos ante tus ojos
con mirada curiosa
atenta la mecánica auditiva
intentamos – mortales impacientes-
captar el sentido de tu voz
aquella que describe lo que supo
más allá de las sábanas azules
(descifrar las visiones
los signos de tus viajes
bosquejar las múltiples
insólitas hazañas)
el reloj que escribes no atiende razones
va contra las leyes naturales de su giro
adviertes su cuenta regresiva
cuando hojeas el cuaderno de bitácora
y reescribes las historias
para darles
– desde la ciencia de las diosas –
finales contundentes y felices
los aires que revelas
vienen vestidos de vendaval
partiéndonos los troncos
vibrándonos las hojas
la soledad es la madre
y el silencio
el fantasma del padre
que danza como brisa
y te recita su verso al oído
con invisible boca y sin mordazas
las memorias
parpadean precipicios de mujer
ejerces tu derecho a vivir
en agua y luz
cruzar los mapas – vestida de hombre –
y luego desvestirte para ser
mujer-navegante
que reencarna vidas anteriores
tus relatos – como bien dices –
reparan males
susurran bendiciones
nos proveen de fugas vertiginosas
tal como lo haces con las letras
así lo rehaces cuando vuelves
como la esponja que escurre
– gota a gota –
la posible transparencia de los mares
has querido volver
y has vuelto como redención
milagro potente de los dioses
por ti despertamos de cualquier mal sueño
al que hayamos – alguna vez – asistido
ciegos y sordos y mudos
tácitos en el paisaje que nos muestras
con la sencillez que otorga la pericia
surges del acueducto de las ternuras
traspasas toda tormenta
nos arropas del saber y su susurro
hoy celebramos contigo
todos los años vividos
y aquellos por vivir
para ti, nuestra serena gratitud
Leído por vez primera en la Librería de Mujeres, Santa Cruz de Tenerife,
el cinco de julio de dos mil dieciséis
©Rosa María Ramos Chinea